y todos sus hijos bastardos correteaban por el jardín.
No tenía costumbres. Ni culpas, ni religión.
Aplastaba cabezas para llenarse el corazón, y comprar más vestidos de gala.
Tenía enemigos muertos, veneno en el cajón.
Y cuándo intentaban arrastrarla al infierno, bailaba con todos en el salón.
Pero una noche de invierno se subió a una torre muy alta
y se aventó al vacío sin dejar ni una carta.
Sus hijos supieron que se la tragó la tierra para que al fin…
Todos sus demonios tuvieran un festín.