Flotaban orgasmos bajo el sol ~

"Espera aún la nave del olvido no ha partido 
No condenemos al naufragio lo vivido.
Por nuestro ayer, por nuestro amor, yo te lo pido.
Espera aun nos quedan en las manos primaveras, 
para colmarnos de alegrías todas nuevas, 
que morirían en mis manos si te fueras.
Espera un poco, un poquito más, 
para llevarte mi felicidad"


¿A dónde va el pasado?
La vida camina, el tiempo galopa, la gente se aleja... Y por mucho que dure, todo muere o termina. 
¿Será así?

Creo que la muerte es magnífica, y no cómo comportamiento suicida, sino cómo una forma de reivindicar a la vida. 
Con cada final, se aprende una lección y esta trae aparejada un nuevo comienzo. Cuándo alguien se marcha deja con su adiós una marca en quiénes lo han querido. Cuándo alguien abre su camino lejos del nuestro, nos acerca un poco más a nuestro destino. 
Ese dolor que traen consigo las despedidas, tiene un gusto casi siempre incatalogable. Mezcla de incertidumbre, miedo y ansiedad... Y la pregunta, esa pregunta tan terrible: ¿Cómo sigo?. 
¿Será entonces el dolor de lo pasado? ¿O simplemente el pánico de que lo que se acerca, no sea tan bueno cómo lo que se ha ido? No es fácil hacerse a la idea de que algo, o alguien, que nos ha colmado de felicidad ya no va a estar presente en nuestras vidas. Y refugiarse en el pasado, es simplemente, tener miedo del ahora. 
Pero si abriéramos un poco más los ojos, quizás veríamos que en realidad todo está. En cada paso que damos está el recuerdo de lo que se ha ido. Los años, las personas, los sueños que hemos tenido, nada está perdido, ni olvidado. Todo se ha transformado. Y cada adiós tiene un único objetivo: Guiarnos hacia el camino que nos permita estar listos. 
¿Listos para qué? Para irnos nosotros también en ese último suspiro, en dónde todas las despedidas, y todos los cruces con caminos ajenos, cobren sentido y se hagan capaces de redimirnos.